Después de dos décadas acompañando terapéuticamente a personas, puedo sentenciar que EL CUERPO es el principal almacén de experiencias y que nuestros tejidos recuerdan lo que nuestra mente trata de olvidar a toda costa.
Hago referencia a experiencias buenas y también a experiencias traumáticas.
Aunque la palabra «trauma» está muy manida, defiendo su uso porque nadie quiere visibilizar los dolores que ha tratado de esconder. El trauma es la causa más evitada, ignorada, negada, peor comprendida y menos tratada del sufrimiento humano.
Vivimos en la sociedad que menos tiene en cuenta las emociones de las personas.
Una cultura que se ha erigido dominando la vulnerabilidad en pro de la producción. Seguimos sin tener en cuenta las necesidades afectivas, de presencia e intimidad, que tenemos los seres humanos.
No hay dos personas iguales, como no existen una experiencias o interpretación de los hechos igual a otra. Sí, sabemos que las personas, sobre todo las criaturas, pueden sentirse abrumadas por lo que acostumbramos a considerar normal y cotidiano otras personas.