El diagnóstico no lo dice todo.
Lo que vives es más que una enfermedad: es un cruce de caminos. Una grieta. Un despertar.
Cuando el cuerpo grita, no solo pide tratamiento… también pide escucha, comprensión, amor.
Este acompañamiento nace como un espacio de presencia, compasión y contención profunda, donde el proceso del cáncer se mira desde una visión integradora: no como enemigo a vencer, sino como maestro a comprender.
No reemplazo ningún tratamiento. Estoy aquí para acompañarte desde la raíz emocional, espiritual y corporal de lo que estás atravesando. Para recordarte que tú sigues siendo tú… incluso en medio de todo.