El trauma no es lo que te pasó, sino lo que quedó sin poder ser sentido.
Es la parte de ti que se congeló para sobrevivir.
Es esa distancia sutil entre tú y tu cuerpo, entre tú y tu vida.
En esta terapia no buscamos revivir el dolor, sino darle un lugar, una voz, un cierre amoroso.
Porque la memoria también se sana con ternura.
Este espacio es para acompañar lo que no se pudo nombrar, lo que fue demasiado, lo que se quedó en un rincón del cuerpo esperando ser escuchado.
Y sobre todo, es para volver a habitarte, poquito a poco, con compasión.