Soltar las dinámicas invisibles del cuidado, dejar de empujar la supervivencia por inercia, levantarte y acostarte sin carga mental a cuestas, y abrirse, aunque sea por un instante, a ser sostenida, es un acto de profunda valentía para las mujeres. No nos enseñaron a parar. Nos enseñaron a dar. A poner el cuerpo, el tiempo, el esfuerzo, el alma… siempre para fuera.
Y sí, gracias a esta fuerza y entrega, a esa capacidad inmensa de amar sin medida, hemos conquistado espacios que nos correspondían: trabajos dignos, presencia en lo público, maternidades sentidas y comprometidas, vínculos llenos de gozo. Pero, ¿a qué precio?
Si has logrado, en medio de todo eso, encontrar tiempo de cuidado y atención para ti, para tu descanso, para tu salud emocional y física… te abrazo con admiración. Porque la mayoría de las mujeres no lo han logrado.
Muchas de nosotras somos llamadas “superwoman”, como si ser invencibles fuera una medalla. Pero el cuerpo grita, el alma se fatiga y la claridad se nubla cuando la vida se vive negándonos el tiempo de recogernos en nosotras para reparar.
Por eso, hoy quiero ofrecerte una pausa que no es huida, sino regreso. Tu Retiro Terapéutico en plena naturaleza. Un espacio sagrado para volver a ti. Para respirar sin prisa. Para recordar quién eres más allá de la energía que das. Para sentirte cuidada con amor y nutrición exquisita.
No es un lujo. Es una necesidad. Porque también mereces que te sostengan, que te miren con ternura y que tu bienestar sea la prioridad por unos días.
Te invito a priorizarte.
Te invito a regresar a ti.
Te invito a sanar.